
Estás bajo el dominio de los símbolos.
Tu nombre en tu tarjeta dorada ya es una lápida.
Te defines por patentes o modelos. Por adquisición, que rima con inquisición.
Te defines con la entrepierna y no con la lengua.
Te defiendes con la entrepierna y no con la cabeza.
Mutilas las palabras en tus mensajes porque no tienes nada que decir.
O estás apurado, embriagado, sodomizado, aniquilado o anestesiado.
Estás bajo el dominio de los símbolos.
Míralos fijamente, como burro a zanahoria.
Y serás feliz…
…porque ellos te están filmando y te piden que sonrías.
Texto: Sebastián Defranchesco.
Fotomontaje: John Heartfield, 1932.
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