lunes, 30 de noviembre de 2009

301109


“Las luciérnagas se caracterizan por la capacidad de producir químicamente energía luminosa (…) Este proceso, llamado bioluminiscencia, ocurre cuando el oxígeno inspirado a través de las tráqueas abdominales se combina con una sustancia llamada luciferina bajo el efecto catalítico de la enzima luciferasa (...) El ritmo de los destellos es controlado por los abundantes nervios presentes en el órgano luminiscente del insecto; la duración de estas señales luminosas depende del tiempo que tarde la luciferina en oxidarse”. La luz te recorría desde el hombro hasta el dedo mayor de la mano izquierda. Tenías la piel erizada y, tras ella, las hebras eléctricas con las que me sacudías a corta distancia, casi hasta quedar inconsciente. Era un juego; sólo un juego.
Te partías en gajos los labios, y desde entonces reconozco todo lo amargo por el contraste. Espiaba tu contraluz al atardecer para enceguecerme con cada uno de tus lentos movimientos. Amaba esos rincones de tu mente a los que por suerte nunca quise acceder, pues era lo que te definía ante mí. Era un juego; sólo un juego. Sé que ya no me indagas, que ya no sabes nada de mí. He construido un pequeño río subterráneo de ruido con el que quizás alguna vez te vayas a topar. Todo ese invertebrado lapsus tejido con aire danza caótico siempre en un mismo lugar. Es un violento tornado que se ha detenido durante más de una década en el mismo lugar. Puedo reconocer cada animal, cada mueble, cada objeto que gira alrededor. Y vivir así es apoyarse en la lanza tras la estocada y nunca caer. Tan sólo un poco más y todas estas las palabras carecerán de huella digital. Si no callas mi interior, de alguna forma lo haré, pues se ha vuelto realmente insoportable. Y no es un juego; nunca fue un juego.“A finales de la primavera y en las noches de verano es usual ver a las luciérnagas hembras iluminarse para atraer a los machos que sobrevuelan (…) Las luciérnagas, pese a que aún pueden apreciarse, son hoy por hoy una especie en extinción pues las fuentes lumínicas de los grandes núcleos urbanos dificultan que el macho pueda encontrar a la hembra”.

SD

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